Los cañones del Ebro, el secreto mejor guardado de Burgos
Cuando uno piensa en Burgos, lo habitual es imaginarse extensas llanuras, pueblos pequeños y campos de cereal hasta donde alcanza la vista. Pero al norte de la provincia, el paisaje cambia radicalmente. Allí, el río Ebro, que acaba de dejar Cantabria, ha esculpido a su paso una profunda herida en la roca caliza, dando lugar a un paraje inesperado de desfiladeros, hoces y meandros imposibles.
Este tesoro natural está protegido bajo la figura del Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, un espacio singular que sorprende por su orografía, su vegetación de ribera y su variedad de fauna. Un lugar donde la Castilla más agreste se asoma a miradores de vértigo y a pueblos detenidos en el tiempo. En definitiva, toda una sorpresa que hay que conocer.
Uno de los mayores atractivos de los cañones del Ebro es que se pueden recorrer a pie por senderos bien señalizados y de dificultad moderada, lo que los convierte en un plan perfecto para una escapada de naturaleza sin grandes exigencias físicas.
Elegir una ruta
Caminos y rutas hay muchísimos, pero entre las más recomendables está la que une Pesquera de Ebro con Valdelateja, que tiene dos versiones: la corta y la larga. Para los no experimentados se puede apostar por un camino de unos 10 kilómetros que discurre entre el rumor del agua y las paredes verticales del cañón. También destaca el sendero de Orbaneja del Castillo a Escalada, que permite conocer varios de los paisajes más emblemáticos de la zona, incluyendo la famosa cascada que atraviesa el pueblo.
Y si lo que buscas es asomarte al paisaje sin recorrer grandes distancias, hay varios miradores espectaculares accesibles en coche o con breves paseos. El mirador de Los Tornos, cerca de la localidad de Dobro, ofrece una panorámica de vértigo sobre el meandro del Ebro, mientras que el de Portillo del Asón permite contemplar cómo el río se abre paso entre bosques, cortados y prados de altura desde una posición privilegiada.
Uno de los mayores encantos de la zona, además de la espectacular naturaleza, es que se pueden visitar algunos de los pueblos más bonitos y menos conocidos del norte de Burgos. Valdelateja, con su puente de piedra y sus casas sobre el Ebro, es un remanso de paz que parece detenido en el tiempo. Más arriba, Pesquera de Ebro conserva una atmósfera auténtica, con su arquitectura tradicional y un imponente puente medieval sobre el cañón. También merece la pena desviarse hasta Cortiguera, un rincón lleno de misterio que aún guarda huellas de su pasado y unas vistas privilegiadas del paisaje. Sin duda, un rincón asombroso que merece una buena visita.
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