Un comedor de fábrica transformado en pulpería, el hotel de una cementera que revivió y el ex pueblo-factoría con paseos guiados

Para centenares de ciudades y localidades de todo el país, la actividad industrial representa un factor clave para asegurar el desarrollo local y las fuentes de trabajo de los habitantes. Sin embargo, los vaivenes derivados de la inestabilidad y la larga secuencia de crisis económicas suelen echar por tierra ese camino emprendido hacia un futuro que se vislumbra próspero.

Por eso, frente al impacto causado por el cierre de fábricas, varios municipios fueron encontraron la salida a través de la actividad turística, una forma de poner en valor, dar a conocer y compartir los atractivos naturales, históricos y gastronómicos de cada lugar.

Aquí se consignan las pequeñas epopeyas de apogeo, decadencia y recuperación de ocho pueblos rurales de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe marcados por el impacto que dejó entre sus pobladores una fábrica que ya es parte del pasado.

A ellos se podrían añadir -entre muchas otras- las historias de Rawson (en el partido de Chacabuco) y su planta de escobillones y productos de limpieza (cerrada en 2014) y de Colonia Hinojo, cerca de Olavarría, cuya producción de bolsas industriales dejó de funcionar en abril de este año.

La antigua chimenea de las instalaciones ociosas de Loma Negra es una referencia para los automovilistas que se acercan a Pipinas en su trayecto rumbo a la Costa Atlántica bonaerense.

La antigua fábrica de cemento dejó de producir cal y cerró en 2001.El apogeo de la zona coincidió con la mejor época de la cementera -entre las décadas del '40 y '60-, surgida en 1938 con la instalación de la empresa de capitales cordobeses Corcemar.

A partir de ese hito parteaguas que marcó la decadencias de la fábrica, los vecinos del pueblo, encabezados por la cooperativa Pipinas Viva, diseñaron un programa de Turismo Comunitario y arrancaron por la recuperación y reapertura del hotel de la piscina de uso público de la cementera. Desde 2014, parte de la planta industrial alberga el Centro Espacial de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).

La propuesta para los visitantes se extiende un recorrido que abarca el corredor de conchilla y tala del Parque Costero del Sur -a lo largo de la ribera del Río de la Plata-, el balneario Sarandí -bastión de la pesca de corvina rubia, lenguado y moncholo a 4 km al norte de Pipinas-, la estación de 1913 del ramal ferroviario La Plata-Pipinas que dejó de correr en 1977 y los puestos de artesanías y productos locales a un costado de la ruta.

La serranía de Tandilia que enmarca Barker y Villa Cacique, en el partido de Benito Juárez, es un escenario ideal para practicar trekking, escalada, tirolesa, fotosafari, mountain bike y otras actividades de aventura. En esta nueva etapa, los turistas también disponen de degustaciones de productos regionales y paseos por plantaciones de frambuesas.

Esas opciones recreativas tuvieron un gran impulso -como una alternativa para contrarrestar la decadencia y el éxodo de los pobladores- a partir de la interrupción de la producción de Loma Negra entre 2001 y 2004 y, más aún, tras el cierre definitivo de la fábrica en 2019.

La actividad minera e industrial había empezado en 1956 con el proceso de molienda, embolsado y despacho de cemento Portland.

Si bien sobreviven algunos hornos industriales alrededor de Cucullú, la época de esplendor de este pueblo del partido de San Andrés de Giles quedó fijada décadas atrás, con el funcionamiento de más de cincuenta plantas de producción de ladrillos.

En los últimos años, este lugar poblado por poco más de 500 habitantes -donde los “alfareros” o “ladrilleros”- recobró su brillo gracias al incipiente desarrollo turístico, que gira alrededor del restaurante Bar Casa Gallo -la versión recuperada de un almacén de ramos generales inaugurado en 1880-, el Club Atlético Cucullú, la capilla Santa Teresita del Niño Jesús, la plaza y su Monumento al Hornero, la panadería Santa Teresita y la estación, donde en 1887 llegó por primera vez desde la estación Federico Lacroze el Tramway Rural.

La apertura de un complejo de cabañas en 2021 significó el puntapié inicial de la recuperación de este pueblo del partido de Chascomús, donde funcionó hasta 2003 una de las plantas de productos lácteos más importantes de Sudamérica.

Creada en 1896, la planta industrial llegó a emplear a más de 500 personas para la producción de leche, yogur, dulce de leche, manteca y muzzarella a gran escala.

Después del cierre, Sebastián Capiello y Virginia Costa Soto reacondicionaron el comedor de la fábrica para dar forma a su restaurante y cafetería La Pulpería de Gándara, el punto de partida de una caminata por pueblo que también incluye el convento San José -diseñado en 1939 por el arquitecto Alejandro Bustillo y abandonado desde 1974-, la estación de tren, la escuela 25 de Mayo y la capilla Nuestra Señora del Rosario, de 1938.

En las cercanías de este pueblo del partido de Olavarría, mineros moldeaban a cincel y maza los bloques de granito rojo que extraían de la serranía y llevaban el material en galiotas (carretas de dos ruedas) hasta la molienda y la boca de los hornos de cal de la primera fábrica de cemento Portland del país.

De ese pasado añorado por los pobladores quedan en pie las canteras, museos, cráteres a cielo abierto, un recorrido histórico y turístico que suele conducir la reconocida guía Andrea Istillarte.

Por su parte, en el centro cultural e histórico La Calera 1888, Cecilia Alves -hija y nieta de obreros de la cantera y bisnieta de un pionero picapedrero- explica el proceso de producción de dos hornos de cal que funcionaban en el lugar.

Por estos días, los hitos del pasado, el casco histórico, el entorno natural, la producción y la geología de la zona son revalorizados por la asociación de vecinos Patrimonio de Sierras Bayas, que también presentaron ante el Concejo Deliberante de Olavarría un proyecto para que la planta cementera -cerrada y sin uso desde 2019- sea declarada "Patrimonio Histórico Cultural". Además, en Sierras Bayas se pueden visitar el Museo de la Estación, el Parque La Hormiga (creado en una antigua cava) y la capilla Santa Lucía.

En 1994, el panorama empezaba a oscurecerse para los vecinos de Altamira con el cierre de Corinema, la fábrica surgida en 1947, cuando se instaló la fábrica de ladrillos y tejuelas Fadela.

Poco después de ese momento de incertidumbre que dejó sin empleo a un centenar de trabajadores, la familia Achilli arrancó con su proyecto turístico, gastronómico, de alojamiento rural y producción de vinos Nueva Corinema.

De a poco, en este pueblo ubicado a 8 kilómetros de Mercedes, el turismo empezó a fluir y entre las propuestas se sumaron la estación de tren recuperada, el complejo de cabañas La Colorada, el boliche de campo Lo de Curly, una cervecería y el antiguo almacén La Porteña.

A 12 km de Colón, la calle Eric Evans y la avenida 17 de Mayo son un muestrario abierto de las típicas casas de estilo inglés de Liebig, nacido en 1903 como un pueblo-factoría con la inauguración de la fábrica Colón.

Poco después fue reconvertida en Liebig's Extract of Meat & Company, donde más de 3.500 obreros producían, en turnos diurnos y nocturnos, extracto de carne y carne enlatada para abastecer a la Europa devastada por las guerras.

Liebig fue reconocido oficialmente como pueblo en 1975 y la actividad de la fábrica fue decreciendo hasta el cierre, a principios de la década del '80.

Ahora se organizan paseos guiados que vinculan los restos de las cámaras frigoríficas, generadores de energía, depósitos, calderas, plantas de producción y una fábrica de envases de hojalata.

Vale la pena añadir a ese circuito histórico la capilla Sagrado Corazón de Jesús, La Hilera (los chalés que ocupaba el personal jerárquico de la fábrica) y un molino harinero, instalado en 1880 en el cercano pueblo San José por el inmigrante suizo Juan Bautista Forclaz.

Aquí, a mitad de camino de la ciudad de Santa Fe a Rafaela, fue fundada en 1939 La Primera, la única fábrica de pianos de Argentina, que hasta su cierre en 1992 llegó a producir 120 instrumentos por mes.

Los pianos de Pilar eran comercializados en Buenos Aires por la famosa Antigua Casa Núñez y se exportaban a Suiza, Italia y varios países de Sudamérica. La planta daba trabajo a 230 familias y la cifra de habitantes llegaba a 10 mil. Hoy no supera los 7 mil.

Antes de esa época de prosperidad, Pilar era una colonia agrícola y su principal fuente de trabajo era un molino harinero.

Ahora asoma, de a poco, el interés turístico por los sitios históricos, como el Instituto General San Martín, la Sociedad Ítalo Argentina, la parroquia Nuestra Señora del Pilar (de 1909), la Biblioteca Popular, el Colegio Santa Marta, las plazas del Pilar y de la Memoria y el museo del pueblo.