Qué hacer en Ambalema, Tolima: 'La ciudad de las 1.001 columnas' le apuesta al turismo sostenible y la cultura con su primer Festival de Magia
Hace muchos años, todos los caminos en Colombia guiaban a Santa Lucía de Ambalema, Tolima. Su nombre estaba en boca de todos por ser uno de los puntos más fuertes de economía en el país. El centro de la “ciudad de las 1.001 columnas” era bullente y llegaba gente de todas partes del mundo, incluso más que en Bogotá.
Del 24 al 26 de octubre, el municipio vivió la primera edición del Festival de la Magia. Lugareños y turistas tuvieron que abrir bien sus ojos en el pueblo que tiene como patrona a la santa de los ciegos, para ver de cerca cada truco que trajeron más de 13 magos nacionales e internacionales.
Entre paisajes que quitan el aliento, la arquitectura colonial y la magia, Ambalema quiere volver a estar en el mapa de Colombia y por eso abrió sus puertas con esta apuesta que organizó la Fundación Corfi y contó con la colaboración de Hoteles Estelar y Organización Pajonales.
Ambalema fue fundado en 1627 por Lesmes Espinosa. Foto: Paula Rodríguez / EL TIEMPO
En la memoria colectiva de Ambalema, que hoy quieren rescatar sus habitantes con ayuda de entidades, hay historias que parecen sacadas de cuentos, pero son más que reales; brujas de magia negra y blanca que han vivido en el pueblo, un mago que se fue a Europa como polizonte y que volvió a hacer trucos como conducir un carro convertible con vendas en los ojos o las miles de historias que tienen los abuelos pescadores sobre el Mohán.
Por ese mismo misticismo, el casco histórico se convirtió en un espacio cultural donde hubo shows de magia, galas y hasta una escuela para los ambalemunos más pequeños que aprendieron a hacer trucos y se graduaron al finalizar el Festival.
Pequeños y grandes disfrutaron de los shows en varios puntos del pueblo. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
¿Cómo llegar a Ambalema, Tolima?
Ambalema es un pueblo escondido entre la cordillera oriental y central de Los Andes. Quedó detenido en el tiempo y el olvido cuando el transporte fluvial y férreo quedaron solo como un buen recuerdo de la modernización en Colombia.
El municipio está a cuatro horas de Bogotá en carro. Para llegar a él, los conductores deben salir por la calle 13 y tomar la vía de Cambao-Vianí. Aquí inician dos opciones para el viajero; puede tomar la vía que atraviesa el río Magdalena por un puente o llegar al centro poblado de Gramalote para atravesar con su vehículo montado sobre un planchón que lo lleva de lado a lado sobre la corriente.
Sobre este planchón, los viajeros van de orilla a orilla. Al fondo, está Ambalema. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
La ciudad más próxima de Ambalema es Ibagué, la cual se encuentra a una hora y media de camino. De todos modos, la antesala para llegar a este pueblo monumento consiste en rodearse de naturaleza, ver aves en su hábitat natural y a los extensos campos de arroz.
El río Magdalena sigue sin irse de su lado y baña sus orillas con majestuosidad. La vías del tren, su estación de arquitectura art decó y hasta la tetera que enfriaba la maquinaria siguen de pie esperando contar historias a quien llegue. El sol acaricia las tejas españolas de las casas coloniales y los pasillos que conforman al patrimonio que conservan los pobladores.
Casa del Ferrocarril, donde estaba el Café Mágico y la exposición de las vías férreas de Colombia. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
El Festival de la Magia: una apuesta de la Fundación Corfi para revitalizar al municipio
Doña Martha Gaona es artesana y estuvo con su puesto de venta donde tenía varias piezas que fabricó: pocillos, llaveros, imanes y estatuillas. Vive de sus pincelazos y estuvo feliz durante el fin de semana, donde pudo vender parte de su mercancía que plasma los bellos paisajes del lugar. "Esto es un pueblo muy hermoso, hay tanto por recorrer y conocer. Yo llegué acá y me enamoré; soy del Caquetá y no me quise devolver, aquí es hermoso", contó.
Lina María Mondragón, directora corporativa de la Fundación, detalló las razones por las cuales decidieron apostarle a Ambalema con su programa de desarrollo de destinos turísticos en Colombia. “Vimos mucho potencial en lo que el municipio tenía para ofrecerle al país, vimos un pueblo lleno de historia económica, cultural, gastronómica y ambiental que tenía que ser conocida y valorada por el resto del país”, dijo.
Martha Gaona es artesana y vive de su trabajo en Ambalema. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
“Desde la Fundación, Hoteles Estelar y Pajonales estamos viendo al festival como un motivo para reactivar la economía local”, detalló Álvaro Castro, director de Estrategias y Operaciones de Fundación Corfi.
En detalle, la fundación lleva cerca de dos años trabajando en diferentes actividades con hoteles, restaurantes, las dos instituciones educativas públicas y gestores culturales.
“Quieren promover su municipio desde la cultura y desde el cuidado del medio ambiente. El festival recoge todas esas expresiones y en un fin de semana las activa para mostrar el municipio, no solamente en la zona o los municipios vecinos, o a ciudades como Ibagué, sino en general a Colombia”, explicó Castro a EL TIEMPO.
Plazoleta frente al río Magdalena, donde se puede compartir de un buen momento con una bebida. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
¿Qué hacer en Ambalema?
Navegar por el río Magdalena: son varias las opciones para disfrutar el río que sigue alimentando a los vecinos del afluente. El turista puede ir en balsa o planchón. El paisaje ofrece distintas tonalidades de verde desde las montañas, el contraste del sol al esconderse y la vista de los pescadores que se van con su atarraya a buscarse lo del día.
Recorrer sus calles coloniales: el casco histórico ofrece relatos en su silencio, al igual que la iglesia antigua de Santa Lucía de Ambalema. La vida actual y cotidiana se ha resguardado entre sus columnas y ofrece distintos servicios y delicias al turista y al lugareño.
Puesta del sol en el río Magdalena. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
Pasear por el malecón: caminar por los rezagos del ferrocarril significa disfrutar la brisa que viene del Magdalena mientras observa lo que queda del tren. La estación con su arquitectura de los años 30, la “tetera” que se irgue indemne y la plazoleta que están junto al río para tomar algo refrescante esperan de brazos abiertos a quien las visite.
Degustar la gastronomía local: los chefs del municipio lograron hacer que la comida común como el arroz, el pescado y el plátano tomen nuevos sabores y apariencias. De hecho, Gastromática (una empresa dedicada al diseño de comidas) organizó un concurso donde participaron 15 emprendimientos del municipio. En este certamen no solo desafiaron sus capacidades creativas, sino que supieron salir de los lugares comunes e inventar nuevas formas de disfrutar los productos que hay en las fincas ambalemunas.
Plato "Ambalema en reducción", mezcló el chorizo de la región con plátano en puré. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
Ambalema continúa renaciendo, y cada vez son más los lugareños que creen en el proyecto con el que llegó la Fundación Corfi hace dos años.
Pajonales continuará con la creación de una escuela agroindustrial en alianza con Corfi, pues buscan abrir nuevas oportunidades laborales para los jóvenes del norte del Tolima.
La hacienda Pajonales lleva siglos de historia. Se dedica a la agricultura y piscicultura. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
Además, en los próximos meses está prevista la activación de servicios turísticos en lugares emblemáticos como el malecón y la Casa del Ferrocarril, además de la formalización de rutas turísticas en coordinación con la Gobernación del Tolima, encabezada por la gobernadora Adriana Magali Matiz.
¿Por qué un Festival de Magia? Esta es su historia
Contar la razón de porqué se hizo un Festival de Magia requiere hablar de la historia de uno de los ambalemunos más emblemáticos y dar contexto sobre la grandeza que un día tuvo este municipio del Tolima.
La posición del casco urbano junto al río Magdalena, sumado a los cultivos de tabaco, arroz y otros productos, contribuyó a que este fuera un centro de negocios. De ahí, salían barcos por todo el afluente hasta el océano para llevar tabaco de calidad hasta Inglaterra y otras partes del mundo.
La maquinaria del tren recibía un respiro del calor gracias al tanque que aún se mantiene en pie. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
Y es que este municipio es más que el eco de una economía en furor del mundo antes de los automóviles. En 1906 nació un niño que hizo historia en el mundo durante el siglo XX. Su nombre era Eduardo Casas, pero todos le conocían simplemente como el Mago Lember.
El pueblo se construyó y creció alrededor de la cultura del afluente. De hecho, el historiador y director del Museo del Río Magdalena, Germán Ferro, asegura que el tren (que corría paralelo al río y se separaba por momentos a otros centro poblados) fue construido con el propósito de conectar a Ambalema, exclusivamente, con todo el mundo.
En medio de ese furor económico, Eduardo se fue de polizonte en un barco a probar suerte. Aunque lo descubrieron poco después de zarpar. La tripulación pensó en arrojarlo al río hasta que un mago inglés, de apellido Lember, decidió cobijarlo de ese día en adelante.
Ese fue el inicio de una relación padre-hijo inesperada que dio pie a que Eduardo aprendiera las mañas y secretos de su salvador como su asistente de shows. Así las cosas, cuando el joven aprendiz tuvo que descubrir el mundo lo hizo con sus trucos de magia que lo llevaron por todo el globo terráqueo. Con el tiempo, volvió a su tierra natal y falleció en los años 60.
El voz a voz se encargó de que la memoria de este hombre misterioso perdurara, los rumores de que aparecía y desaparecía en distintos lugares de Ambalema, entre otros mitos.
En la casa donde creció la familia de Lember, su hija Patricia todavía guarda varias reliquias familiares. Entre ellas, la maleta que está repleta de sellos y da cuenta de lo cosmopolita que era este hombre.
Patricia Lember, hija del mago, en la entrada de la casa donde creció. Foto:Paula Rodríguez / EL TIEMPO
Hoy por hoy, después de tanto tiempo por luchar para mantener vivo su legado, Patricia finalmente pudo ver un homenaje a su padre en un festival con el que se busca mantener esta nueva apuesta de turismo.