El único tren de alta velocidad de Sudamérica y otro histórico: dos viajes para hacer en un país vecino

En el extremo sur de América, donde los trenes suelen ser una postal del pasado, hay un país que decidió apostar por reescribir el futuro ferroviario.
Mientras buena parte del continente imagina proyectos sobre rieles, en un país vecino ese futuro ya parece haberse puesto en marcha, con un tren que corre a 160 kilómetros por hora, el más rápido de Sudamérica.
Entre los muchos paisajes imponentes que ofrece Chile, éste es probablemente uno de los más inesperados. Desde 2024, un tren de alta velocidad une la capital del país, Santiago, con Chillán, 400 kilómetros al sur, en poco menos de cinco horas. Es un salto enorme para una región que se ha acostumbrado a los viajes largos en auto o colectivo.
El tren de alta velocidad que une Santiago con Chillán comenzó a operar en 2024. Foto efe.clEl servicio, operado por la estatal Efe -Empresa de los Ferrocarriles del Estado- cuenta con dos modalidades: una regular, con once paradas, y otra expresa, que solo se detiene en Rancagua y Talca, reduciendo la duración total a cuatro horas y media, casi 20 minutos menos que el servicio regular.
Las tarifas dependen del día, el horario, el servicio y la demanda, pero en el tramo completo, Santiago-Chillán, oscilan entre 11.000 y 22.500 pesos chilenos (de 17.700 a 34.200 pesos argentinos).
El recorrido del tren de alta velocidad chileno demora poco menos de cinco horas. Foto efe.clDurante el recorrido, los vagones avanzan entre valles, montañas y extensos viñedos, ofreciendo una experiencia distinta: viajar rápido, pero sin perder el paisaje.
Lo que antes requería paciencia y muchas horas de ruta hoy se convirtió en un trayecto ágil, cómodo y silencioso. Más que un nuevo medio de transporte, este tren representa una manera distinta de recorrer el país, conectando regiones productivas, polos turísticos y ciudades que hasta hace poco parecían más lejanas.
El moderno tren cuenta con todos los detalles de confort. Foto chilevision.clEl servicio forma parte de un plan integral para revitalizar la red ferroviaria chilena, que había perdido protagonismo frente al transporte automotor. De esta manera, los trenes vuelven a ocupar un lugar central en la movilidad del país, impulsando también el turismo interno y las escapadas de fin de semana.
Las formaciones fueron construidas en China y cuentan con todos los estándares internacionales: asientos reclinables, ventanales panorámicos, baños accesibles, cafetería a bordo y pantallas con información -y velocidad- en tiempo real. Todo pensado para que el viaje sea confortable y también eficiente.
Es el tren más rápido de Sudamérica. Foto efe.clA ello se suma un enfoque sustentable, ya que la apuesta ferroviaria busca reducir el tráfico vehicular y las emisiones contaminantes, promoviendo una forma de transporte más limpia y moderna. Una señal clara de cómo el tren puede volver a ser símbolo de progreso, pero también de cuidado ambiental.
El caso chileno se transformó en una referencia silenciosa pero potente. Mientras en Sudamérica los trenes de alta velocidad aún parecen un sueño lejano, el país demostró que con planificación y decisión política, la modernidad puede llegar sobre rieles.
Y aunque muchos todavía no lo saben, el tren más veloz de esta parte del continente ya recorre puntualmente los valles del Cono Sur, uniendo ciudades, acortando distancias y encendiendo la ilusión ferroviaria de toda la región.
Una de las tradicionales formaciones del tren Talca -Constitución, en Chile. Foto efe.clEn una de las escalas del servicio regular de este tren, varios kilómetros al sur de Santiago, otro tren recorre un camino muy distinto. Se trata del servicio Talca-Constitución, conocido popularmente como El Ramal o Buscarril, y que mantiene vivo el espíritu del ferrocarril tradicional.
Recorre 88 kilómetros junto al río Maule, atravesando campos, cerros y pequeñas localidades rurales de las comunas de Talca, Maule, Pencahue y Constitución, en la VII Región del Maule. Y si bien avanza lento, compensa poca velocidad con mucha historia: fue inaugurado hace 110 años, en 1915, y declarado Monumento Histórico Nacional en 2007.
El Buscarril cumple una doble función. Por un lado, es la única conexión con la que cuentan numerosas localidades, como Carrizalillo, Pirigüines o Forel. Por otro, se volvió un atractivo turístico que muestra una cara diferente del país: la del Chile profundo, rural, donde el tren todavía marca el ritmo de la vida cotidiana.
Une pueblos que solo están conectados por el tren. Imagen efe.clSostenido con subsidios estatales, el Buscarril se convirtió en un símbolo de identidad y en un viaje imperdible para quienes buscan experiencias auténticas.
En 2022, tras la rehabilitación de las vías, se logró disminuir los tiempos de viaje del servicio, que pasó de 3h 15' a 2h 45' por sentido. El pasaje en este caso cuesta 2.300 pesos chilenos (3.500 argentinos).
Además, se incorporaron trenes más modernos, con capacidad para 80 pasajeros sentados y 140 de pie, asientos ergonómicos con apoyabrazos y mesas retráctiles, aire acondicionado, accesos amplios -adaptados para personas con movilidad reducida-, puertos USB y cabinas bidireccionales, entre otros beneficios.
En los últimos años se sumaron vagones nuevos, con aire acondicionado y todas las comodidades. Foto efe.clEntre ambos extremos -la velocidad del futuro y la calma del pasado-, Chile ofrece una postal ferroviaria única en Sudamérica. Dos trenes que cuentan, cada uno a su manera, una misma historia de movimiento y reencuentro, la de un país que vuelve a mirar el horizonte a través de las ventanillas del tren.
Clarin

