Salina di Cervia: donde el oro blanco se encuentra con la naturaleza y la memoria

En el corazón de la Riviera Romagnola, a pocos pasos del mar, hay un paisaje que sorprende y encanta: se trata de las Salinas de Cervia que, con 827 hectáreas de superficie, representa un ecosistema único, un museo al aire libre y un punto de acceso privilegiado al Parque del Delta del Po.
En 1959 , la cosecha familiar y artesanal dio paso a una producción mecanizada a gran escala: las 144 pequeñas salinas , que siempre habían estado en el corazón de la comunidad salinera, se unificaron en una única gran salina, donde la sal se recogía solo una vez al año, al final del verano.
Pero no todo está perdido. Una mina de sal permanece como testimonio de ese pasado marcado por gestos ancestrales y trabajo compartido: la Salina Camillone .
Salina Camillone: memoria viva de la cosecha tradicionalTras sobrevivir a la revolución industrial de la sal, Salina Camillone es la última de las salinas originales aún activa. Actualmente forma parte del circuito MUSA – Museo del Sale y continúa produciendo sal artesanalmente gracias a la dedicación del Gruppo Culturale Civiltà Salinara .
Cada año, entre junio y septiembre, los jueves y domingos por la tarde, se pueden realizar visitas guiadas que muestran en directo el procesamiento de la sal según las técnicas tradicionales. Las herramientas son las mismas de siempre (palas de madera, carretas, tinas) y el gesto, el mismo que se ha transmitido de generación en generación.
La sal que aquí se recoge se conoce como “ Sal Dulce de Cervia ”, un nombre que no tiene nada que ver con el azúcar sino con su pureza: libre de sales amargas gracias a la recolección diaria y al microclima costero, es una sal delicada y preciosa, tanto que en 2004 se convirtió en presidium de Slow Food .
Para quienes quieran vivir esta experiencia en primera persona, el evento más especial es “ Salinero por un día ”. Todos los martes, podrán ponerse en la piel de los salineros y acompañarlos en sus actividades diarias: recoger la sal con la pala, cargar las carretas y escuchar las historias de quienes han hecho de su trabajo una misión.
El Centro de Visitantes: puerta de entrada entre la naturaleza y la culturaEl punto de información de la Salina es el Centro de Visitantes , ubicado en un antiguo matadero restaurado y transformado en un punto de encuentro para amantes de la naturaleza, la fotografía y la arqueología industrial. Hoy en día, es uno de los puntos de observación más importantes para el estudio de las migraciones de aves a lo largo de la ruta del Adriático, así como el centro neurálgico de las actividades turísticas de la Salina.
De marzo a noviembre, guías ambientales guían a los visitantes por rutas temáticas que revelan los secretos de la mina de sal más septentrional de Italia. En primavera, los itinerarios se centran en aspectos naturalistas : se pueden observar aves migratorias, escuchar los sonidos de la marisma y explorar el frágil equilibrio que regula este hábitat único. En verano y otoño, sin embargo, la producción de sal vuelve a ser el protagonista, con la posibilidad de presenciar también su recolección.
Durante las visitas de las “ Salineras Especiales ”, el paisaje cobra vida: carros cargados pasan zumbando por las vías que cruzan las cuencas, los salineros trabajan bajo el sol y el agua de las salinas se tiñe de un rosa casi irreal, debido a la concentración de sal.
Flamencos rosados y camarones en salmuera: protagonistas fascinantesEntre las figuras más fascinantes que pueblan las Salinas de Cervia , destacan los flamencos rosados , que han encontrado aquí un hogar permanente. Ya no son "huéspedes de paso", sino verdaderos habitantes de este paisaje de agua y cielo, y sus elegantes siluetas suelen destacar al amanecer o al atardecer, sumergidas en charcas que parecen espejos.
En la base de su presencia y del delicado equilibrio de todo el ecosistema se encuentra un pequeño crustáceo rojizo, casi invisible: la artemia , de apenas unos milímetros de largo, pero con una función fundamental. Se alimenta de algas y residuos, manteniendo las aguas de los tanques limpias y favoreciendo así la evaporación. Pero no solo es un "filtro natural": también es un valioso alimento para numerosas especies de aves, como los flamencos, el tarro blanco, la avoceta y la cigüeñuela común.
En Salina, cada elemento forma parte de una sutil y poderosa trama: la obra del hombre, el aleteo de las aves, el silencio de los estanques, la danza de la luz sobre el agua salobre. Todo contribuye a crear un paisaje que no solo es para contemplar, sino para vivir y proteger.
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